“…porque estaban desamparados y dispersos como ovejas que no tienen pastor…” Mateo 9:36.
Las multitudes tienden a seguir lo que atrapa su limitada atención, a la manera de inofensivas y temerosas ovejas.
Es interesante que la Biblia escoja justamente esta imagen para representar a los hombres. Parece que la mentalidad de masa que las subyuga y las tendencias autodestructivas que parecen dominar sus pasos, las hacen estrechamente similares a nosotros.
Como ovejas insensatas
Las ovejas se asustan del peligro, recuerdan el peligro e incluso son capaces de revivir una situación traumática por mucho tiempo. Con todo, son incapaces de tomar las mejores decisiones; para probar esto basta con ver escapar una oveja desesperadamente de algún peligro dirigiéndose a otro mayor sin percatarse. Por increíble que parezca, los hombres (en el sentido genérico de la palabra) hacen exactamente lo mismo; pongamos por caso a quien escapa de los problemas económicos que tiene en casa y se refugia en el alcohol para olvidarlos, agravando aún más la situación. La oveja, cargada con complejas emociones, se hace aún más vulnerable a cosas que no le convienen. La similitud es sorprendente. Sin embargo, es imposible cambiar esa incapacidad innata de conducirnos “bien” por nuestra cuenta, así de taxativo.
Hay ovejitas que parecen rechazar la guía del pastor, por la sola satisfacción de hacer lo que se les antoja.
Se hacen los sordos
El Buen Pastor llama a los hombres (varones y mujeres) y ellos prefieren hacer oídos sordos, muy pocos son las que oyen su tierna voz y la siguen. Por lo general estas personas prefieren rechazar todo lo que limite su libertad aunque sea precisamente esa “libertad” de la que son esclavas, se apartan de absolutos éticos y morales en pos del deleite de sus sentidos, como si la realidad perceptible a través de los sentidos formara toda la realidad existente.
El Buen Pastor llama a los hombres (varones y mujeres) y ellos prefieren hacer oídos sordos, muy pocos son las que oyen su tierna voz y la siguen. Por lo general estas personas prefieren rechazar todo lo que limite su libertad aunque sea precisamente esa “libertad” de la que son esclavas, se apartan de absolutos éticos y morales en pos del deleite de sus sentidos, como si la realidad perceptible a través de los sentidos formara toda la realidad existente.
Por ejemplo hay quienes creen ejercer su “libertad sexual”, escogiendo y cambiando sus parejas rápidamente, sin saber que en realidad se hacen esclavos de sus pasiones y deseos, al ser el pecado el que los domina y no ellos mismos. Piensan que tienen todo lo que necesitan y se descarrían en su bienestar ficticio sin saber que están perdidos; su alma no halla descanso y confunden la paz con la satisfacción pasajera. Rechazan al Pastor que anhela guiarlas por las mejores sendas y hacia los mejores pastos; creen encontrar su propio camino por la vida sin percatarse de que esa senda que siguen es el viejo camino ancho del pecado que ya condujo a millones de personas directamente a su perdición.
Tarde o temprano comprenderán que no tienen camino, no hay dónde dirigirse, estarán perdidos y sabrán que desperdiciaron su vida. Pensarán que la vida no tiene ningún sentido, que la búsqueda propia de una razón para vivir fue inútil, de nada sirvió el insaciable hedonismo practicado, ahora el miedo es el dueño de sus vidas, están solos y nadie puede darles verdadero consuelo dentro de esta sociedad vacía, superficial y carente de sentido.
Lo lamentable es que gran parte de la humanidad termina así, porque sin duda, el errar es humano, y el peor error no puede ser otro que el de no prestar atención a la voz del buen Pastor; empero, no son desconocidas las razones que conducen a esta terca actitud: el orgullo, la autosuficiencia, la opinión popular, la necesidad de ser aceptados, el “progreso”, la comodidad y por supuesto, los placeres de este mundo.
El Buen Pastor sigue llamando…
Sabemos que hay personas que están leyendo esta edición de Mensaje de Paz, que no creen en Jesucristo como su Señor y Salvador; por eso solamente pueden esperar condenación y muerte eterna.
Si es este tu caso, hay algo que puedes hacer: Aparta esa rebeldía. Jesús dijo: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10.11). Por amor Jesucristo, el Buen Pastor, vino para morir por tus pecados -por cuanto todos pecaron (Romanos 3.23)- y darte la salvación. Se levantó al tercer día venciendo a la muerte y a Satanás, logró el perdón de pecados y nos reconcilió con Él. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2.8, 9). Sólo el Buen Pastor, por medio de la fe nos puede librar del castigo eterno y darnos vida eterna.
Es imposible apoyarnos en nuestras propias fuerzas y resistir, deja de ser la oveja que no tiene pastor y hace lo que mejor le parece, más bien entrega tu vida y déjala en manos del Buen Pastor, Él es el único que puede lograr que el bien y la misericordia te sigan todos los días de tu vida, y en la casa de Jehová mores por largos días. No lo postergues, luego puede ser demasiado tarde.
Daniel Espejo